Dos briks de leche, cuatro huevos y media hogaza de pan que podría utilizar como arma. Es todo lo que le quedaba a Marinya en la despensa. Acababa de ver medio tazón de leche cortada. Estaba guardada en la nevera, pero no sabría decir cuántas horas habría funcionado en los últimos días, pocas. Sacó el cajón de los cubiertos y comprobó que detrás quedaban ya pocos grivnas escondidos. Marinya respiró hondo. Su pelo, antes rubio, se veía gris, mezcla de canas y ceniza. Imposible lavarlo, no salía bastante agua. Tocaba salir. Marinya tenía pánico a salir. Tanto miedo que cuando sonaban las sirenas bajaba al trastero en vez de ir al refugio, a pesar de las visibles grietas en las paredes. Allí tenía un improvisado colchón de mantas entre las que escondía su pasaporte ruso. Vivía sola desde que comenzó la guerra. Su esposo, soldado, había sido movilizado hacia el sur. A estas alturas podría ser viuda y no saberlo. No le gustaba pensar en ello… y no podía evitarlo. Marinya rebuscó en
Preciosa la foto y si la acompa;as de bellas palabras, el resultado es espectacular. Me ha gustado mucho
ResponderEliminarQuizás cuando toque un peñón, sienta que comienza a ver con un poco de claridad.
ResponderEliminarMe ha gustado.
Saludos
La deriva, en ocasiones, es un paraíso, que no fiscal. ¡Mi amigo, John el galápago, me dice que busca perderse, al menos, una vez al mes! Y cuando apenas quedan hojas a las que agarrarse para flotar, termina por salir a nado.
ResponderEliminarAnónima: Gracias
ResponderEliminarSu: Es posible, nunca se sabe dónde o cuando s epuede encontrar un punto de apoyo
Dani: Me parece a mi que tu amigo el galápago tiene muy claras las cosas y que su deriva esta muy integrada. :-)
Un Saludo a l@s tres.
Sumérgete en un río de confusión, a ver si allí navegas derivando de orilla a orilla.
ResponderEliminarBlogsaludo
Adivin: No es autobiográfico, pero buen consejo.
ResponderEliminarA menudo hay que sumergirse hasta las pestañas para darse cuenta que vamos a la deriva.
ResponderEliminarY es cierto, no necesitamos escribir sobre nuestras experiencias para sentir las de los demás.
Gracias por este "dulce pellizco" un día más.
Un abrazo.