Esta entrada es el segundo experimento extraño, en forma de reflexión, escrito hace algún tiempo ya, a la luz tenue de las
lámparas de seta de La Casa de las Conchas. Como en la anterior, no publicaré comentarios, al ser algo más personal que literario, aunque comentaros a los que pusisteis comentarios que si los leí, no los borré sin más.
Entre la incertidumbre transcurre mi día a día. Pendiente de
un trabajo ajeno y otro propio que pueden extinguirse, mudarse, apretarse. La
incertidumbre de cuando sentaré cabeza en un sitio, si conseguiré vivir como
quiero, si seré padre y cuándo… Y vivo entre ella acostumbrado. Ya antes de
esta omnipresente crisis, mi cabeza loca, que tan malas pasadas me juega, me ha
tenido intranquilo, con causas tangibles e intangibles. Y vivo entre ella en
relativa calma, acostumbrado, con el convencimiento de que a algunos nos cuesta
conseguir las cosas un poco más. Aunque luchemos por ellas, a veces más que el
resto, y nos esforcemos día a día en ser buenas personas.
Muchos piensan que soy un pasota, que nada me importa. Pero
lo que soy es un incomprendido. Soy un reaccionario, como tú o más, pero he
escogido otro camino. No voy a dejarme hundir en datos, miserias y miedos. He
decidido ser Optimista contra todo.
Miguelángel Pegarz
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ResponderEliminarNo me di cuenta y lo publiqué, por eso sale eliminado. No es por el contenido es porque en las reflexiones, como pongo al principio, no publico comentarios.
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