Ir al contenido principal

SIN CAMINO DE VUELTA









Conducía por una estrecha carretera de montaña, entre semana, media mañana… solo. El ancho de la vía apenas daba de si para cruzarse con otro vehículo, discurría como impuesta sobre el terreno, la nada a ambos lados del arcén. Echó un vistazo al espejo retrovisor y su corazón trató de adelantarle. A su espalda el camino se desmoronaba pocos metros por detrás de él. Aceleró a fondo, pero la carretera se descomponía a mayor velocidad. Frenó en seco, resignado a su suerte, y la carretera dejó de caer. Incrédulo ajustó varias veces el retrovisor antes de atreverse a bajar del vehículo. El camino recorrido era un amasijo impracticable de grava y tierra. Subió al vehículo, y al ir a meter primera en la palanca de cambios descubrió una cosa: no había marcha atrás.


Miguel Ángel Pegarz

cYBRGHOST


Imagen de base de Carmen Méndez Suárez.

Comentarios

  1. Ay, te dejé un comentario que creo se ha perdido.
    Que no se puede volver para atrás, aunque haya retrovisores, y como dicen por ahí: ni para coger impulso.
    Abrazos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues sí, se perdió. A veces blogger tiene estas cosas. A veces puede ser que si haya que retroceder, o debería poderse.
      Muchas gracias por leer y aún más por comentar.
      Salud.

      Eliminar

Publicar un comentario

Si Alguien Tiene Algo Que Decir Que Hable Ahora...O Cuando Le de La Real Gana.

Entradas populares de este blog

LA GUERRA DE MARINYA

  Dos briks de leche, cuatro huevos y media hogaza de pan que podría utilizar como arma. Es todo lo que le quedaba a Marinya en la despensa. Acababa de ver medio tazón de leche cortada. Estaba guardada en la nevera, pero no sabría decir cuántas horas habría funcionado en los últimos días, pocas. Sacó el cajón de los cubiertos y comprobó que detrás quedaban ya pocos grivnas escondidos. Marinya respiró hondo. Su pelo, antes rubio, se veía gris, mezcla de canas y ceniza. Imposible lavarlo, no salía bastante agua. Tocaba salir. Marinya tenía pánico a salir. Tanto miedo que cuando sonaban las sirenas bajaba al trastero en vez de ir al refugio, a pesar de las visibles grietas en las paredes. Allí tenía un improvisado colchón de mantas entre las que escondía su pasaporte ruso. Vivía sola desde que comenzó la guerra. Su esposo, soldado, había sido movilizado hacia el sur. A estas alturas podría ser viuda y no saberlo. No le gustaba pensar en ello… y no podía evitarlo. Marinya rebuscó en

EL SECRETO DE LA CAMA ETERNA

Les voy a revelar porqué en verdad debemos cambiar de colchón cada década. Olviden esas milongas del peso del cuerpo, el desgaste y demás absurdos con que les han engañado. ¿Por qué no cambiaban nuestros abuelos sus colchones cada diez años? Olviden hambres, deudas y ahorros. No tiene que ver con eso, no lo crean. El frenético ritmo de vida que llevamos nos roba horas de sueño, incluso a los que consiguen salvar las de dormir. Y esos sueños pendientes se acumulan. Esos sueños acumulados son los que vencen a nuestras camas bajo su peso. ¿Quieren una cama para siempre? Sueñen todo.                                                   Miguel Ángel Pegarz c YBRGHOST

HIPOTECADO TRAS LA RUPTURA

  Estas humedades queme están matando son el recordatorio de mi inconsciencia. Con medio siglo a mis espaldas no es tiempo de dejarse engatusar por cantos de sirena. Pero me dejé engatusar… y me fui a vivir con ella. Luego te das cuenta de que solo es preciosa de cintura para arriba y que el sexo con un pez no funciona. Y lo que si es igual son los problemas por la diferencia de edad y de intereses. Así que un día nadó para no volver. Tuviste que hacer un pacto para vivir debajo del agua. Y el diablo no entiende de pifias románticas.   Miguel Ángel Pegarz c YBRGHOST