Pintando aquellos
extraños bisontes en la reproducción del yacimiento, medita que esos
dibujos fueron el legado de los primeros “homo” para transmitir su modo de
vida. Ese pensamiento le trae una revelación. Sale corriendo a por cartulinas y
sprays, recorta plantillas y se dirige a la cueva original. Tras los bisontes
va pintando legionarios y catapultas, caballeros y castillos, damas de época,
barcos de vapor, y por último ordenadores y televisores. Pero nadie parece
entenderlo a juzgar por las miradas de espanto y la fuerza con que le ajustan
los grilletes.
Miguel Ángel Pegarz
cYBRGHOST
... Y es que la visión de uno no tiene por qué coincidir con la del resto.
ResponderEliminarA saber qué vivió para poseer esos grilletes...
Un saludo
Hay que dejar algo al misterio siempre. Todos tenemos grilletes en una u otra forma.
EliminarMil gracias por leer y millón por comentar.
Salud.