No fueron felices. Y no comieron perdices. Ella apenas acaba
de estrenar su mayoría de edad. Era una chica culta, liberada, con aspiraciones
y posibilidades. Tenía toda una vida por delante y ganas de comérsela. Él ya
estaba en su segunda madurez, era un hombre tosco, poco formado y
sentimentalmente precario. Estas historias funcionan bien en los cuentos y en
determinadas películas, pero cuando se pasa la última página, cuando acaban los
títulos de crédito, la realidad suele ser otra.
La fascinación por el salvador y el hombre maduro funcionó
un tiempo. La atracción por la afrodita de suaves curvas y pecado hecho carne
también. Pero al poco tiempo ella comenzó a verse limitada, atada demasiado
corto, privada del aire que siempre quiso. Él fue no soportando que se creyese
más lista, y menos aún darse cuenta de que lo era. No soportaba las miradas de
otros sobre ella, ni que las tolerase y disfrutara. Ella estaba cada día más
cansada de sus pocas luces y su estrechez de miras. A él, ella le sacaba cada
día más de sus casillas.
Era la historia del daño. Ella disfrutaba dejando en
evidencia su inseguridad. Él imponía su superioridad física.
Pero ese cuento no lo contó nadie. Sólo fue una nota en la
página de sucesos.
Miguel Ángel Pegarz
cYBRGHOST
jejejeje, me ha recordado a esto:
ResponderEliminarhttp://patriciasanchezblog.blogspot.com.es/2009/06/in-memoriam-alice.html
(no pretendo lectores, que tengo el blog abandonadisimo ejejeje, es por la similitud)
Luego paso a leerlo. Puedes pretender lectores, tu tienes licencia para poner aquí lo que quieras. Muchas gracias por leer y aún más por comentar.
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