¡Y le manchaba lo dedos de harina al entregar el paquete! ¡Vaya descaro! Empezó con la sonrisa sobresaltada, luego el destacar su desparpajo y ahora esto. Tendría que lanzarse, no podía seguir ignorando las señales. Ella trataba de ser amable, ignorar esas miradas, esos dobles sentidos. Pero tenía que hacer algo. Ese tipo la acosaba. Y así lo compartió con su esposo. Al que saliera con los dedos tiznados. A ese tenía que ajustarle las cuentas. Miguel Ángel Pegarz c YBRGHOST
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