Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de marzo, 2014

MARILYN BLUES

Sí, he bebido de más. Y sí, me voy a tomar esta pastilla. ¿Qué no debo? ¿Y desde cuándo te importa? A ti sólo te interesan mi culo y mis tetas. ¿Sabías que recito a Whitman de memoria? Y También a Ginsberg. Pero eso a ti qué más te da. Para ti sólo soy un juguete. La muñequita rubia que hace bonito y despierta tu deseo. Siiiii, me follé al Presidente. Y a no sé cuántos más. ¿Por qué? ¿Por qué lo hice o por qué no a ti? Porque me evade. Mientras son mi juguete puedo olvidar que no os importa nada, ni mi cultura, ni mi opinión… ni mis sentimientos. Mientras os tengo a mi merced se me olvida que sólo soy una muñeca descerebrada. O eso, o bebo. Si no fuera por estas putas pastillas no dormiría nunca. Y no queréis a vuestra muñequita con mala cara. Pero ¿sabes?, un día de estos me las voy a tomar todas. Y voy a dormir bien, muy bien, de una vez por todas. Miguelángel Pegarz c YBRGHOST Este texto fue escrito para la sesión “Ponerse en el papel” del Taller de

EL PRÍNCIPE SALIÓ RANA Y NO FUE UN CUENTO

  Priscila era una chica soñadora y obediente. Desde pequeñita tuvo fijación por ir a una charca cercana a su casa. Cuando le preguntaban dónde iba siempre contestaba que iba a buscar a su príncipe. Cuando creció se convirtió en una joven preciosa, a la que no le faltaban pretendientes. Sus padres insistieron en que se quedase con uno de muy buena posición, guapo, educado… un auténtico príncipe que, decían, la iba a tener como a una reina. Se casaron con gran boato, pero pronto a nuestro príncipe se le destiñó el azul. La vida de Priscila oscilaba entre el rojo y el negro, dependiendo de las ganas de batalla que tuviese su esposo. Ella seguía siendo la misma chica obediente, soñar ya no podía, aunque para él nada era suficiente. Un día decidió ponerse su vestido de boda, aquel con el que parecía una verdadera princesita, y volar. Ahora, si quieres verla, sólo puede ser en noches de luna llena, en aquella charca. Si le preguntas, te mirará hasta helarte el alma y te dirá que anda bus

CARTA A MI ADMIRADA DESCONOCIDA

Estimada Señora: Disculpe mi descaro y el azoramiento que sin duda ha de provocarle recibir una carta en estas circunstancias. Crea que nada más lejos de mi intención que importunarla. Las circunstancias me obligan a obrar de este modo. Le habría enviado la carta a su domicilio, pero lo desconozco. Ignoro incluso su nombre. Pero sé que acude puntual a las doce al Café Setubal y por ende me pareció la manera más segura de hacerle llegar estas letras. He tomado esta iniciativa pues usted y yo por una semana hemos cruzado miradas de complicidad creciente, lo que me inclina a pensar que muestra cierto interés por mi persona. Puedo asegurarle que por mi parte existe una gran atracción por la suya. No obstante, estas letras son para decirle que lo que pudiera surgir entre nosotros es imposible. Crea si le digo que no me resulta nada fácil escribir esto y que lo último que se halla en mi ánimo es herirla o burlarme de usted. Posiblemente cara a cara no le dijera lo mism