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Mostrando entradas de enero, 2009

LO QUIEN YO QUIERO

Quiero que escuches mis palabras, pero no que sean losa ni ley. Quiero compartir tus alegrías, pero no que me necesites para estar alegre. Quiero consolarte en tus penas, pero no que penes por mí. Quiero dormir a tu lado, pero que duermas tranquila en mi ausencia. Quiero estar en tus sueños, pero no ser tu sueño. No quiero que estés lejos, pero sí que sepas alejarte. Quiero que vueles libre, y volar a tu lado. Quiero quererte más que nadie, y que te quieras más que yo. No quiero ser tu vida, pero si estar en ella y tenerte en la mía. Quiero que creas en nosotros, pero sobre todo que creas en ti. Yo te quiero, y creo en ti. CYBRGHOST

ESCALERA PARANOIA

(este post es un ejercicio de descarga de tensión acumulada) Es una edificación antigua, corriente, de esas que ni dan miedo (al menos el portal). Aparentemente es una finca más. Madres, desde el primer momento os dejarán claro que no sois bienvenidas, merced al autoproclamado “Dueño”, que así firma cuando al menos mi casero no lo es. Bien pegadito a la pared, con firma casi ilegible, su bando prohíbe paso y estancia a las sillas de niño. Seguro que él jamás las utilizó con sus hijos (ni con el que le hizo el cartel a ordenador). Controlando desde la primera puerta que atisbas al subir la escalera, le pega el papel. Viejo y encorvado, mirada huraña y olor a mugre que invade la escalera cuando abre la puerta. Realmente él poco controla, si no la "lechuza", siempre atenta a la puerta, silenciosa y expectante, desde la otra puerta. Os diría quién vive más arriba, pero sólo sé que yo mismo con mis rarezas, que ya vais conociendo. A mi lado vivir no sé. Transitan gran cantidad de

THANK YOU MR. PRESIDENT

Querido Barack: No sabes quién soy ni leerás esto nunca. Pero escribo esta carta para expresarte mi más sincero agradecimiento. Porque nos has hecho soñar. Y eso, hagas lo que hagas mañana, ya no nos lo quita nadie.

ESPERANDO A LA MUSA

Tocaba escribir. Encendió el portátil y abrió el procesador de textos. Bajó las luces, dejando una iluminación tenue y acogedora. Puso música, una suave y lenta. Se acomodó en la mecedora y se sirvió una copa, no muy larga, y con mucho hielo. Se colocó las gafas, esas que raramente se ponía, aunque cada día las notaba más necesarias. Todo un ritual completado; un espectador no habría tenido muy claro si se disponía a escribir o estaba esperando una cita. En cierto modo era así. Tomo un trago de su copa, despacio y saboreándolo. Enderezó su cuerpo y se colocó frente a la pantalla. No salía nada. Se acarició la perilla despacio, concentrándose en la música y rebuscando entre sus neuronas. No salía nada. Aún así disfrutaba el momento, acariciando el teclado. Tomó otro sorbo de su copa. Pensó en hacer otro esfuerzo y empezar a teclear algo, pero se abstuvo. Sabía que no saldría nada. La Inspiración es femenina, y como toda mujer, sólo acude a una cita cuando le apetece. Y hoy no quería.