Nunca debió ser el líder de la manada. La suya era una manada de descastados, de perdidos, que le siguieron cuando él mismo abandonó su jauría. Había tenido porte y parecido fuerte, pura fachada. Y ahora eso le pasaba factura. Estaba cansado. Hacía tiempo que carecía de fuerza y ganas para seguir al frente. La manada había menguado. No conseguía caza, y muchos habían tomado su propio camino. Aún tenía un grupo de leales, que se arrastraban tras su decadencia, impertubablemente fieles. Era el momento. Lo sabía. Corrió frente a los suyos hasta la peña más alta. Miró a la luna a la cara y aullló. Aulló con todas su fuerzas, con el dolor profundo de afrontar su destino. Y saltó. Sabía que ahí no le seguirían. Ahora eran libres. Cybrghost
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