Nos comimos a unos cuantos vecinos para no defraudar al lívido público. Es lo que se espera de unas criaturas del Averno, y el terror que inspiramos se fundamenta en perpetuar el mito. Pero maldita sea la hora. Varios de mis compadres no dejan de vomitar y el resto tenemos acidez y ardor de estómago. Y es que entre químicos, drogas y polución ya sólo se puede comer tranquilo humano de granja ecológica o clonado en laboratorio. Arriesgamos nuestra salud cada vez que nos invocan; y encima el seguro no lo cubre. Miguel Ángel Pegarz c YBRGHOST
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