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Mostrando entradas de enero, 2008

COMIENDO SOLO

Desde algo antes de las Navidades he cogido la costumbre de ir con cierta frecuencia a comer al campus. Fundamentalmente cuando estoy en turno de mañanas. Resulta cómodo, rápido y es económico. Pero no es promocionar las excelencias de comer fuera lo que ha hecho que me ponga a escribir. Comer sólo fuera de casa es una experiencia. Si además lo haces en un comedor universitario la experiencia se multiplica. El comedor es una enorme sala cargada de gente peculiar. Habitualmente no nos damos cuenta, vamos con nuestra compañía y estamos pendientes de ella. Pero cuando vas a comer solo la cosa cambia. En primer lugar, observas más a tu alrededor, no tienes con quién conversar ni a quién atender entre bocado y bocado. Y descubres una “fauna” curiosa. En tu alrededor, si eres curioso como yo, captas, sin ninguna mala intención, retazos de conversaciones ajenas. Así descubres cosas curiosísimas, como que las póco más que adolescentes aspirantes a divinas de la muerte de la mesa de enfrent

AMIGOS DEL TRABAJO

Vaya por delante que esto no es un reproche ni va por nadie ni contra nadie. Porque igual alguien se da por aludido y no quiero despertar susceptibilidades. Es simplemente la constatación de un hecho por parte de quien ya ha pasado por unas cuantas empresas y con una durabilidad respetable en varias de ellas. Las amistades del trabajo son algo voluble y pasajero. En el trabajo, como lugar en el que pasas un buen número de horas de tu día y de tu vida, se desarrollan una serie de afectos. Es mi intención descartar los negativos, aunque a veces resulte inevitable y en ese caso procuro mitigarlos lo más posible. Porque como alguien, un amigo del trabajo, me dijo una vez, no merece la pena estar a mal con nadie, porque no sirve de nada. Más habitual, si todo marcha bien, es desarrollar sentimientos positivos hacia alguna de la gente que te rodea. A medida que pasa más tiempo vas enterándote de intimidades de la persona y confiándole tú también las tuyas, en mayor o menor medida. Es carac

NEBULOSA SOCIAL

No es un problema exclusivamente mío. La gente nos vamos haciendo mayores, tenemos trabajos, viajamos, nos casamos, tenemos familia… Poco a poco las obligaciones nos van robando tiempo libre, lo van cambiando de disposición o nos cambian de sitio. Hay gente que tiene suerte, y bien sus ganas de vida social ajena a su propio círculo más interno disminuyen o bien lleva bien la disminución de esa vida social. Otros tienen aún más suerte, tienen un don innato para hacer nuevas amistades, para conocer nueva gente y conseguir integrarse en otros grupos. A otros nos cuesta. Estamos cada día más rodeados de gente. Compañeros de trabajo, gimnasios, clientes… No obstante, es cada vez más difícil obtener nuevas relaciones sociales de cierta profundidad. Y no hablo ya de hacer amigos del alma, si no de la simple dificultad para conseguir ampliar la gente con la que te tomas un café o te vas a tomar unas copas. Tenemos el móvil de gente y gente, pero si tratas de utilizarlo normalmente no hayas