Para que luego digan que los monstruos somos nosotros deberían obviar algunos detalles. Por ejemplo, la mujer barbuda tiene prohibido afeitarse y desde que lo intentó duerme esposada a la cama. El hombre lobo pasa la noche enjaulado sin un triste camastro. De las siamesas dijeron que eran operables, pero cuando el jefe de pista interceptó la carta la rompió antes de que llegara a sus manos. Y el gigante de dos cabezas duerme encadenado a la pared por sus dos cuellos para que no se escape. Espero que como ejemplo le basten. Y aún debemos estar agradecidos, porque a unas aberraciones como nosotros nos matarían si no fuese por el espectáculo. Miguel Ángel Pegarz c YBRGHOST
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