Ricardo era un tipo analítico y pegado a la tierra. El pasado era historia y sólo se consentía mirar al futuro para planificar y anteponerse a los contratiempos. Eso había hecho cuando instaló aquel sistema de alarma. En estas fechas, con la mitad de las casas vacías y la otra mitad inmersa en ruidosas celebraciones, las posibilidades de sufrir un asalto se multiplican. La llamada de la empresa de seguridad la mañana del veinticinco confirmaba su razonamiento. La madrugada anterior la Policía había detenido a un tipo gordo con barba blanca que trataba de introducirse en su casa por la chimenea. O eso le pareció entender; con el volumen del llanto de su sobrino frente al árbol de Navidad no estaba seguro. Miguel Ángel Pegarz c YBRGHOST
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