(este post es un ejercicio de descarga de tensión acumulada)

Es una edificación antigua, corriente, de esas que ni dan miedo (al menos el portal). Aparentemente es una finca más. Madres, desde el primer momento os dejarán claro que no sois bienvenidas, merced al autoproclamado “Dueño”, que así firma cuando al menos mi casero no lo es. Bien pegadito a la pared, con firma casi ilegible, su bando prohíbe paso y estancia a las sillas de niño. Seguro que él jamás las utilizó con sus hijos (ni con el que le hizo el cartel a ordenador). Controlando desde la primera puerta que atisbas al subir la escalera, le pega el papel. Viejo y encorvado, mirada huraña y olor a mugre que invade la escalera cuando abre la puerta. Realmente él poco controla, si no la "lechuza", siempre atenta a la puerta, silenciosa y expectante, desde la otra puerta. Os diría quién vive más arriba, pero sólo sé que yo mismo con mis rarezas, que ya vais conociendo. A mi lado vivir no sé. Transitan gran cantidad de individuos, pero en el buzón sigue figurando el nombre de los anteriores inquilinos. Sé que no limpian la escalera nunca, que dan timbrazos a todas horas y que llegaron al edificio y me desapareció mi felpudo del IKEA (el del anuncio sí). Sobre mi cabeza el origen de todo mal: unos padres. De una niña pequeña y un demonio de pocos años especializado en el rodaje de objetos pesados. Salvo algún festival casero de flamenco, taconeo incluido, son bastante razonables en su comportamiento. A su lado otra madre, de enérgico subir de escaleras. También sin queja. Creo que más arriba un nieto de El Dueño, muy educado y que ya las tuvo con su abuelo, y un señor que aparece a temporadas y que, por porte y modales, francamente desentona. ¡Si aquí casi parezco “normal”!. Y el espectáculo continúa.
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Es una edificación antigua, corriente, de esas que ni dan miedo (al menos el portal). Aparentemente es una finca más. Madres, desde el primer momento os dejarán claro que no sois bienvenidas, merced al autoproclamado “Dueño”, que así firma cuando al menos mi casero no lo es. Bien pegadito a la pared, con firma casi ilegible, su bando prohíbe paso y estancia a las sillas de niño. Seguro que él jamás las utilizó con sus hijos (ni con el que le hizo el cartel a ordenador). Controlando desde la primera puerta que atisbas al subir la escalera, le pega el papel. Viejo y encorvado, mirada huraña y olor a mugre que invade la escalera cuando abre la puerta. Realmente él poco controla, si no la "lechuza", siempre atenta a la puerta, silenciosa y expectante, desde la otra puerta. Os diría quién vive más arriba, pero sólo sé que yo mismo con mis rarezas, que ya vais conociendo. A mi lado vivir no sé. Transitan gran cantidad de individuos, pero en el buzón sigue figurando el nombre de los anteriores inquilinos. Sé que no limpian la escalera nunca, que dan timbrazos a todas horas y que llegaron al edificio y me desapareció mi felpudo del IKEA (el del anuncio sí). Sobre mi cabeza el origen de todo mal: unos padres. De una niña pequeña y un demonio de pocos años especializado en el rodaje de objetos pesados. Salvo algún festival casero de flamenco, taconeo incluido, son bastante razonables en su comportamiento. A su lado otra madre, de enérgico subir de escaleras. También sin queja. Creo que más arriba un nieto de El Dueño, muy educado y que ya las tuvo con su abuelo, y un señor que aparece a temporadas y que, por porte y modales, francamente desentona. ¡Si aquí casi parezco “normal”!. Y el espectáculo continúa.
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Miguel, tío, qué me estás contando? que te han birlado el felpudo de IKEA? jue, creo que de las personas que conozco eres el único al que creo destinatario adecuado de ese producto. Serán desvergonzados...
ResponderEliminarSi te sirve de consuelo, yo tengo unos vecinos que se pasan todas las tardes enteras gritando, y la niña todas las tardes enteras llorando. Ya me estoy pensando cosas raras y todo...
Pues si, y lo que lees es una versión suavizada de lo que escribí en principio era más fuerte. y lo de la foto es que me enerva cada vez que entro en el portal.
ResponderEliminarPues en mi bloque no podrían ser más silenciosos, nunca sé nada de nadie, aunque la gente no para de salir y entrar siempre están todos en silencio, a veces me asusto. Me gusta tu forma de escribir aunque eso, se te nota la falta de inspiración
ResponderEliminarPues se ve que lo del felpudo es contagioso, a mi tambien me ha desaparecido.
ResponderEliminarY ademas es el único que ha desaparecido del todo edificio.
Y también tengo un vecino muy considerado, que nos pone musica para que la escuchemos, normalmente en la hora de la siesta