El último día de
vacaciones lo pierden en recogerlo todo: camisetas, bañadores, juguetes de
playa, cristales rotos, restos de ron…
En realidad mañana aún no deben incorporarse al trabajo.
Pero con unos horarios a los que solo les falta el látigo para ser esclavitud
han preferido reservar el último día para citarse con sus abogados.
Miguel Ángel Pegarz
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