Nos dejaron sin
magdalenas, por eso me derrumbé y confesé todo. Adrede no lo habrían
conseguido, no tenían con qué presionarme. Me da igual que sea estúpido, no
puedo vivir sin ellas. Sin mujeres, sin dinero, sin coches… pero no sin ellas.
Es por mi difunta abuela, la única persona que creyó en mí.
Ese enorme tazón de leche y sus magdalenas: “Esa mirada tuya me dice que
conseguirás lo que quieras… aunque lo echarás a perder por tarambana”.
Miguel Ángel Pegarz
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