
María se levantaba todos los días a las cinco de la mañana. lo primero que se le venía a la cabeza, después de la típica maldición al despertador, era el dolor de su espalda y el entumecimiento de sus manos. De lunes a sábado limpiaba oficinas para una empresa de servicios, y al terminar, se hacía escaleras en modalidad freelance que dicen ahora los modernos. Los fines de semana limpiaba un pub en la zona pija de la ciudad. No tenía adicción al trabajo, tenía dos vástagos: un varoncito de doce años y una hembra adolescente en plena ebullición hormonal. Recogía al menor del colegio a las cinco de la tarde, y comía algo mientras revisaba las facturas y el niño protestaba por la merienda. Raramente su hija estaba en casa al llegar, ni la esperaba hasta después de la cena, que se calentaría al microondas mientras criticaba la mierda de cena, se quejaba de tener que llevar a su hermano hasta el colegio y le gritaba por negarse a comprarle tal marca de pantalón o tal otra de camiseta que sus amigas tenían. Ya no era una niña, y el latigazo de sus lumbares a media mañana le hizo pensar por un instante si merecía la pena tanto esfuerzo para tan poco agradecimiento. Se sintió culpable el resto del día, y al llegar a casa estuvo cerca de una hora haciendo cuentas. Cuando su hija llego exigiendo unos vaqueros nuevos que eran la última moda quedó un poco aturdida al escucharla decir que volviese pronto mañana e irían a comprarlos. No recordaba cuando fue la última vez que fue a la peluquería, y me temo que este mes tampoco había presupuesto para que el Fisio la afinara la espalda.
Había otra cosa que no faltaba en la rutina de María. Solía dejar resbalar alguna lagrima después de revisar la contabilidad doméstica, sin que sus hijos la vieran. . y al menos un par de veces por semana solía llorar amargamente al acostarse, después de haber mantenido la compostura tras alguna discusión respecto a la última estúpida marca de ropa.
CYBRGHOST
(Dedicado a las madres que sacan adelante a sus hijos entre la incomprensión de éstos)
La foto la hice hace unos meses en Madrid, junto a la Plaza Mayor, en el que creo que ha sido mi único paseo por la Capital.
pues siempre nos rodean mujeres así en este mundo...
ResponderEliminarJavier, eso mismo creo yo
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