Ir al contenido principal

EPITAFIOS (Nanorrelatos XIII)


I. Aquí yace un hombre confiado de Dios. Más le hubiera valido ser temeroso.

II. Me cansé de vivir. Disculpen las molestias.

III. Siempre se anduvo listo. Hasta el último momento.

IV. Aquí yacen tres generaciones de Arteaga. ¡No traigan más!.

CYBRGHOST
Safe Creative #1102048416900

Comentarios

  1. Muy buenos todos, Cyb, has conseguido que todos sean muy diferentes tratándose del mismo tema, felicidades por tu ingenio. Abrazos

    ResponderEliminar
  2. Me gustan los 4, pero el segundo me parece PERFECTO! Podría tratarse de un suicida, o podría que no...

    Besos

    ResponderEliminar
  3. A mi especialmente me gusta el último, parece que hablara la tierra o la familia política, da igual, me parece un humor negro del bueno.
    En todo caso no elijo, cada uno para su muerto!
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  4. Ja, ja. Me quedo con el último.
    Abrazo.

    ResponderEliminar
  5. Sin duda el II. Ese "disculpen las molestas" tan ambiguo..(¿las originadas en vida o las causadas por la muerte, como el entierro y demás?)

    ResponderEliminar
  6. Me alegro que os gustaran, a mi personalmente esta entrada no me gustaba demasiado.
    PATRICIA: te digo lo que a TORCUATO en el anterior post. Me sonrojas y no creo tener yo talento ni de lejos como para escribir un nano perfecto.

    ResponderEliminar
  7. El lector es quien tiene la última palabra Cybr

    ResponderEliminar
  8. A mi tambien me gusta el ultimo. Pero solo tres generaciones...?

    ResponderEliminar
  9. ALI: Un placer tenerte por aquí, creo que ya lo sabes.
    MERCÉ: ¿Ese es tu epitafio? Me alegra que vuelvas a visitar esta guarida pero no entiendo el comentario.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Si Alguien Tiene Algo Que Decir Que Hable Ahora...O Cuando Le de La Real Gana.

Entradas populares de este blog

LA GUERRA DE MARINYA

  Dos briks de leche, cuatro huevos y media hogaza de pan que podría utilizar como arma. Es todo lo que le quedaba a Marinya en la despensa. Acababa de ver medio tazón de leche cortada. Estaba guardada en la nevera, pero no sabría decir cuántas horas habría funcionado en los últimos días, pocas. Sacó el cajón de los cubiertos y comprobó que detrás quedaban ya pocos grivnas escondidos. Marinya respiró hondo. Su pelo, antes rubio, se veía gris, mezcla de canas y ceniza. Imposible lavarlo, no salía bastante agua. Tocaba salir. Marinya tenía pánico a salir. Tanto miedo que cuando sonaban las sirenas bajaba al trastero en vez de ir al refugio, a pesar de las visibles grietas en las paredes. Allí tenía un improvisado colchón de mantas entre las que escondía su pasaporte ruso. Vivía sola desde que comenzó la guerra. Su esposo, soldado, había sido movilizado hacia el sur. A estas alturas podría ser viuda y no saberlo. No le gustaba pensar en ello… y no podía evitarlo. Marinya rebuscó en

EL SECRETO DE LA CAMA ETERNA

Les voy a revelar porqué en verdad debemos cambiar de colchón cada década. Olviden esas milongas del peso del cuerpo, el desgaste y demás absurdos con que les han engañado. ¿Por qué no cambiaban nuestros abuelos sus colchones cada diez años? Olviden hambres, deudas y ahorros. No tiene que ver con eso, no lo crean. El frenético ritmo de vida que llevamos nos roba horas de sueño, incluso a los que consiguen salvar las de dormir. Y esos sueños pendientes se acumulan. Esos sueños acumulados son los que vencen a nuestras camas bajo su peso. ¿Quieren una cama para siempre? Sueñen todo.                                                   Miguel Ángel Pegarz c YBRGHOST

HIPOTECADO TRAS LA RUPTURA

  Estas humedades queme están matando son el recordatorio de mi inconsciencia. Con medio siglo a mis espaldas no es tiempo de dejarse engatusar por cantos de sirena. Pero me dejé engatusar… y me fui a vivir con ella. Luego te das cuenta de que solo es preciosa de cintura para arriba y que el sexo con un pez no funciona. Y lo que si es igual son los problemas por la diferencia de edad y de intereses. Así que un día nadó para no volver. Tuviste que hacer un pacto para vivir debajo del agua. Y el diablo no entiende de pifias románticas.   Miguel Ángel Pegarz c YBRGHOST