Conducía por una estrecha carretera de montaña, entre
semana, media mañana… solo. El ancho de la vía apenas daba de si para cruzarse
con otro vehículo, discurría como impuesta sobre el terreno, la nada a ambos
lados del arcén. Echó un vistazo al espejo retrovisor y su corazón trató de
adelantarle. A su espalda el camino se desmoronaba pocos metros por detrás de
él. Aceleró a fondo, pero la carretera se descomponía a mayor velocidad. Frenó
en seco, resignado a su suerte, y la carretera dejó de caer. Incrédulo ajustó
varias veces el retrovisor antes de atreverse a bajar del vehículo. El camino
recorrido era un amasijo impracticable de grava y tierra. Subió al vehículo, y
al ir a meter primera en la palanca de cambios descubrió una cosa: no había
marcha atrás.
Miguel Ángel Pegarz
cYBRGHOST
Imagen de base de Carmen Méndez Suárez.
Ay, te dejé un comentario que creo se ha perdido.
ResponderEliminarQue no se puede volver para atrás, aunque haya retrovisores, y como dicen por ahí: ni para coger impulso.
Abrazos
Pues sí, se perdió. A veces blogger tiene estas cosas. A veces puede ser que si haya que retroceder, o debería poderse.
EliminarMuchas gracias por leer y aún más por comentar.
Salud.