Demasiados asientos
vacíos para un vuelo low-cost. Ese fue su primer pensamiento. El segundo
fue un reproche por no desconectar. El avión ya despegaba cuando se dio cuenta
de que la pintura de las alas no correspondía a la empresa con la que debía
volar. La azafata le inquirió por su nombre y le entregó una nota:
“Señor Gómez. Como usted dijo, nadie está libre de sufrir un
accidente. Permítame replicarle ahora. Cualquiera puede provocarlo, si tiene
suficiente dinero y ningún escrúpulo”.
No tuvo tiempo de asimilarlo, todo estalló antes.
Miguel Ángel Pegarz
cYBRGHOST
Me encantó. Felicidades
ResponderEliminarLo celebro. Al jurado de Getafe Negro no le gustó tanto. Muchas gracias por tu lectura y aún más por tu comentario.
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