Dos briks de leche, cuatro huevos y media hogaza de pan que podría utilizar como arma. Es todo lo que le quedaba a Marinya en la despensa. Acababa de ver medio tazón de leche cortada. Estaba guardada en la nevera, pero no sabría decir cuántas horas habría funcionado en los últimos días, pocas. Sacó el cajón de los cubiertos y comprobó que detrás quedaban ya pocos grivnas escondidos. Marinya respiró hondo. Su pelo, antes rubio, se veía gris, mezcla de canas y ceniza. Imposible lavarlo, no salía bastante agua. Tocaba salir. Marinya tenía pánico a salir. Tanto miedo que cuando sonaban las sirenas bajaba al trastero en vez de ir al refugio, a pesar de las visibles grietas en las paredes. Allí tenía un improvisado colchón de mantas entre las que escondía su pasaporte ruso. Vivía sola desde que comenzó la guerra. Su esposo, soldado, había sido movilizado hacia el sur. A estas alturas podría ser viuda y no saberlo. No le gustaba pensar en ello… y no podía evitarlo. Marinya rebuscó en
Micro navideño con cierta dosis de humor negro y otro poquito de gore. :)
ResponderEliminarAprovecho para felicitarte las fiestas navideñas y que mis mejores deseos te acompañen durante todos los días. Gracias por tus felicitaciones y hago extensivas las mías a todos tus seres queridos. :)
Un besazo post-día de Navidad.
es más bien malo y más bien bestia, pero pegama perfecto para el día.
EliminarMis mismos deseos para ti.
Salud.
Feliz y cruenta Navidad, Miguel Ángel. A mí me gusta el relato. Quizá no hubiera repetido "especialmente"; por lo demás, me gusta mucho la imagen que generas. El Papá Noel torpe convertido en Herodes...
ResponderEliminarUn abrazo
Es intencionado, un paralelismo entre frases. Este relato no me convence, sale porque hay cierto oficio ya para estas chorradas, especialmente negras, pero no me convence. No obstante, era muy propio para la fecha y además contaba con que iba a tener muchas menos lecturas de las habituales.
EliminarSalud.