Cuando la voz que a todos nos reclama pronuncie mi nombre,
no quiero que nadie llore al devolverme a la tierra. Llevadme a mi único campo,
desandad el camino que fue surcando mi huella. Haced en ese campo mi tumba, de
noche y con luna llena. Si lo hacéis tal como os digo, burlaré la eterna
condena y brotaré manantial al llegar la primavera. Y así volveré a vosotros,
dando vida a las cosechas.
Miguel Ángel Pegarz
cYBRGHOST
Una buena nueva vida, sin lugar a dudas.
ResponderEliminarMe gustó mucho. Porque parece que te va a llevar hacia el hombre del saco o el hombre del lobo (nos ponemos con frecuencia siempre muy tremendos, al menos yo), sin embargo... nada más distinto. Buen y sorprendente final.
Pretendóa jugar con la poesía, y aunque soy dado a lo "tremendo" me pareció mejor así.
EliminarGracias or leer y aún más por comentar.
Buen micro, Miguel Ángel; fluido y con un final vitalista, de los que no abundan tanto en el ámbito del microrrelato (de allí su acierto).
ResponderEliminarSaludos
El hecho de que el ejercicio fuera poético marcó ese final.
EliminarMuchas gracias por leer y ún más por comentar.
Salud.
Qué bonito y qué imagen más buena del ciclo natural. Fluye como la vida ;-)
ResponderEliminarBesos
Bonito mensaje, Miguel Ángel, y muy bien presentado.
ResponderEliminarSaludos.
Celebro que te guste mi peculiar ciclo de la vida.
EliminarGracias por leer y aún más por comentar.
Salud.