El puñetero ojo de la
cerradura era demasiado grande, de esos para las típicas llaves
enormes de los dibujos infantiles, de
las que ya no se utilizan. Pero ese, si bien era un contratiempo, no constituía
el problema sustancial. Ese maldito ojo crecía, alcanzando progresivamente un
tamaño que no sólo no existía llave en el mundo para aquella cerradura, sino
que dejaba en evidencia mi espionaje a través de su luz.
Miguel Ángel Pegarz
cYBRGHOST
Resulta muy difícil coincidir en gustos, no te digo nada en tamaños... El ojo tuvo que crecer, quizá es que tiene mucho que ver, con o sin cerradura de por medio.
ResponderEliminarUn saludo.
Es probable. Muchas gracias por leer y muchas más aún por comentar.
EliminarDejará de crecer o no habrá donde esconderse?
ResponderEliminarQuien sabe. Muchísimas gracias por leer y aún más por comentar. Un honor.
EliminarSalud.
Me ha gustado mucho ese puñetero ojo de la cerradura, me han entrado ganas de espiar también por él aun con el riesgo de ser descubierta. He oído tu audio y también me gusta mucho la voz y la entonación que le das, lees muy bien los micros. Un abrazo
ResponderEliminarEspía, espía. A mi me parece muy flojo. Me dijeron mucho que si tenía buena voz, y estoy tratando de aprovecharla, aprendiendo mucho de Juan Suárez y su Libélula y de Ficción Sonora. La alquilo :-)
EliminarMuchas gracias por leer y aún más por comentar.
Salud.