Lo sé, soy un
nostálgico sin remedio. Añoro a diario los tiempos en que me movía entre
grandes salones con paredes forradas de obras de arte, las visitas a las
joyerías más selectas, ponerme al volante de los coches más potentes. Pero la
vida cambia. Ahora trabajo de ocho a tres en una oficina gris y espartana. Pero
así está bien. Ya no podía soportar más a la Policía siempre pendiente de mí. Y
tampoco saber cuándo dormiría en prisión.
Miguel Ángel Pegarz
cYBRGHOST
Muy bueno ese giro en la vida del personaje. La imagen me parece muy acertada para acompañar esa primera vida del protagonista: llena de opulencia y lujo. Por cierto, creo que hay un "dedazo" en el título de tu relato.
ResponderEliminarUn saludo.
Muchas gracias por la lectura, aún más por el comentario y por supuesto, por hacerme notar el "dedazo".
EliminarSalud.