Empezó a llorar
como nunca lo había hecho, como nunca nadie lo había hecho. Tantas lágrimas
formaron un torrente que no paró de crecer hasta arrastrar todos sus dolores y
miedos, desde los más nimios a los más profundos.
Cuando al fin paró no quedaba nada, excepto aquella vieja
del sudario que había provocado su llanto, con la guadaña sobre las rodillas y
cara de fastidio.
Miguel Ángel Pegarz
cYBRGHOST
Cuando llega la vieja del sudario no se puede escapar. Muy bueno. Saludos
ResponderEliminarMuchas gracias por tu lectura y aún más por tu comentario.
EliminarSalud.
Lágrimas que limpian. Me gustó mucho. Felicidades.q
ResponderEliminarMuchas gracias por tu lectura y aún más por tu comentario.
EliminarSalud.