Allí, frente al espejo del baño, repasaba cada detalle. Bien afeitado, y eso que ponerse las gafas para apurar bien le hacía sentir ridículo. El traje de los domingos, o bueno, el traje, porque nunca tuvo otro, bien cepillado y sin una mancha. La corbata, que no recordaba la última vez que se la puso. Y un clavel en la solapa, que si recordaba la última vez que se lo puso, y la única, el día de su boda. A él le seguía pareciendo una mariconada, pero a las mujeres les gustan esas tonterías. Se sentía un poco estúpido. No tenía edad ya para temblarle las piernas si no era por la circulación o la artrosis. Y a los ochenta, los nudos en el estómago se deben a una digestión pesada o a la hernia de hiato. Pero ahí estaba él, frente al espejo del baño, arreglándose como si fuera su primera comunión, temblando como un flan y con un nudo en la boca del estómago. Cogió el bastón, pero en el último momento lo dejó contra la pared. Y enfiló la puerta, emocionado como un chiquillo. Cybrghost ...
Nunca había oído eso de que según algunos son miembros de una antigua civilización. Interesante punto de vista. Aunque yo soy más de perros que de gatos, la verdad.
ResponderEliminarUn abrazo.
Relee, creo que confundiste el punto de vista. Y entenderás lo de la antigua civilización.
EliminarMuchas gracias por leer y aún más por comentar.
Salud.
Me gusta el juego con el punto de vista y las pistas para entender de quién se trata en la segunda lectura. Solo cambiaría lo de las 7 vidas porque quizá es un poco tramposo. Por lo del refrán lleva inmediatamente a los gatos y a dar por supuesto que es de los gatos de quien se habla no de los humanos.
ResponderEliminarHe tratado de darle la vuelta a todo mito en torno a los gatos, ese era el juego que pretendía.
EliminarViniendo de ti, por supuesto le doy una vuelta tu comentario.
Un honor tu lectura y aún más tu comentario.