
No le gustaba ir desaliñado. Muchos lo hacen y realmente carece de importancia desde un punto de vista práctico. Pero para él es como un devoto cristiano o musulmán entrando a la Catedral o a la Mezquita. Sentía un fervor reverencial por aquel lugar, Respeto con mayúscula. Por eso le gustaba ponerse moderno pero elegante, como corresponde al lugar. Le gustaba observar las obras a la debida distancia y abstraerse en ellas, dejarse transportar. En realidad no tenía ni idea de si se colocaba en la posición correcta, ni de técnicas, estilos o influencias. Allí buscaba sentir. No siempre encontraba paz, a veces inquietud e incluso en ocasiones repulsa. El sentimiento es secundario, lo que le decepcionaba es quedar indiferente.
No le gustaba encontrar demasiado público. Detestaba cruzarse con un grupo hablando en tono elevado o chiquillos correteando. Huía de las visitas guiadas. Si, así seguirá sin tener ni idea, pero no era su forma de entenderlo. Deberían pedir silencio como en las bibliotecas. Si se rompe que sea en susurros. En los últimos tiempos la presencia de seguridad se había explicitado, y le molestaba, era sacrílego.
Pero lo importante seguía colgado en las paredes, invitándolo a evadirse por unos segundos, volver a la realidad y sumergirse en la siguiente fantasía.
Cuando salía, si todo había ido bien, solía sentirse inspirado. En un alarde de orgullo hedonista solía fotografiar visiones, conceptos. Sin talento ni técnica debe resultarle pecado. Pero será una especie de onanismo. Al fin y al cabo no daña a nadie, y se expone a las críticas gratuitamente.
CYBRGHOST
Habla este relato de tí?, lo digo por lo de las fotos, sin querer me ha venido a la cabeza un tatuaje y zas! vaya golpetón!
ResponderEliminarAnonima Mente
Si revelara qué hay de verdad o mentira en lo que escribo perdería parte de la gracia ¿no? :-).
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