-¿Puedo quedarme con sus juguetes?-. Los verdes ojos del chico brillan suplicantes, destacando aún más con su piel de ébano. El soldado, su arma aún humeante, mira la escena con indiferencia. Una mujer, un varón, y tres niños mulatos. O más bien, lo que queda de ellos ante una choza de adobe. El chico ha oído el estruendo del fusil y ha salido corriendo de su choza. ¿Asustado? No, los disparos son una constante en su breve vida. Posiblemente uno quitase de en medio a su madre, y por eso ahora pasa los días solo y aburrido. Ahora esa pelota y esos muñecos no tienen dueño, y no cree que el tipo los quiera. El hombre deja entrever una mueca, que podría calificarse quizá de sonrisa. -Son tuyos. Pero ten cuidado con quién te mezclas-. El chico no entiende la advertencia, ni falta que le hace. Se abalanza presuroso sobre los juguetes antes de que el soldado cambie de opinión. El hombre se carga el fusil al hombro y se da la vuelta, hacia el jeep donde le esperan sus compañeros, charlando animadamente.
Cybrghost
Duro relato, bien escrito, por desgracia una realidad muy cruel para millones de niños en el mundo.
ResponderEliminarBesos desde el aire.
Una escena terrible, mucho más de lo que auguraba la frase.
ResponderEliminarun abrazo
Espeluznante!!!
ResponderEliminarGran micro para filmar un cortometraje.
Bravo, Cybr.
Dice "Los verdes ojos del chico brillaS suplicantes".
ResponderEliminarHumm, por lo general me encantan tus relatos, pero este de verdad no me gustó. La idea sí, la trama pues, era buena, pero la forma en que lo narraste de verdad no me convenció. Ni hablar, a veces pasa.
ROSA: Gracias, desgraciadamente la realidad de muchos niños es aún más dura.
ResponderEliminarANITA: Y como le digo a Rosa, la realidad supera la ficción.
PATRICIA: realmente, tenía la imagen en la mente.
YUN YUN: Gracias por la corrección. Corregido el error. Y gracias por tu opinión general sobre mis relatos y también por la de éste. Siento que no te guste, en algún momento tenía que notarse que no sé :-)
Has descrito muy bien la indiferencia ante la maldad y el dolor que se produce en determinadas circunstancias.
ResponderEliminarUn abrazo, Cyb.
Sabes, me preguntab que escena cotidiana reflejarías, y sí, realmente es cotidiana para demasíados niños. Es bueno que se escriba sobre ello.
ResponderEliminarSaludos
La guerra es humana, y de humana que es, es inhumana. Triste realidad.
ResponderEliminarBlogsaludos
¡Fascinante tu relato! Muy bien expresado.
ResponderEliminarHe llegado hasta aquí a través del blog Los jardines de Puck, donde te hacen un bonito homenaje, sin lugar a dudas te lo mereces por tanto ingenio.
Me gusta tu blog, te sigo.
Un abrazo.
que triste que SEA una escena cotidiana.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola... llegué hasta acá por Puck, desde Buenos Aires, había leído comentarios fantasmas en algunos blogs pero nunca tus letras...
ResponderEliminarMe gustan...
Me quedo por acá... volando entre palabras e ilusiones... :)
TOR: Muchas gracias.
ResponderEliminarELYSA: Lo bueno sería encontrarle soluciones.
ADIVÍN: ¡Y cuántas guerras negadas!
MERCÈ: y TANTO.
GLORIA y REINA: Pues muchas gracias a Puck, otra vez más, y a vosotras bienvenidas y gracias también.
Desolador, Cybrghost. Realmente duro.
ResponderEliminarMuy grande amigo. Es terrible, pero por ello y por su realismo lo hace fantástico.
ResponderEliminarMe gustó mucho!!!
Abrazos!!
pd. perdona por tardar en venir, pero me falta tiempo!!
PABLO: Afortunadamente, esto es sólo un relato. Tristemente, la realidad lo supera con creces.
ResponderEliminarSUCEDE: Muchas gracias. Y no hay nada que perdonar, yo agradezco las visitas, no paso lista (y sé lo que es la fata de tiempo)
Es curiosa las diferentes valoraciones que damos a la vida en función de la realidad en que nos movemos, es lo que me recordó tu crudo relato, Miguel Ángel. Conmueve.
ResponderEliminarAbrazos.
Sí, mucho. Se valoran las cosas de forma muy distinta y nos adaptamos a deshumanizaciones impensables.
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