Allí, frente al espejo del baño, repasaba cada detalle. Bien afeitado, y eso que ponerse las gafas para apurar bien le hacía sentir ridículo. El traje de los domingos, o bueno, el traje, porque nunca tuvo otro, bien cepillado y sin una mancha. La corbata, que no recordaba la última vez que se la puso. Y un clavel en la solapa, que si recordaba la última vez que se lo puso, y la única, el día de su boda. A él le seguía pareciendo una mariconada, pero a las mujeres les gustan esas tonterías. Se sentía un poco estúpido. No tenía edad ya para temblarle las piernas si no era por la circulación o la artrosis. Y a los ochenta, los nudos en el estómago se deben a una digestión pesada o a la hernia de hiato. Pero ahí estaba él, frente al espejo del baño, arreglándose como si fuera su primera comunión, temblando como un flan y con un nudo en la boca del estómago. Cogió el bastón, pero en el último momento lo dejó contra la pared. Y enfiló la puerta, emocionado como un chiquillo. Cybrghost ...
La poesía también elimina la oscuridad.
ResponderEliminarEs luz de la razón, en un mundo irracional.
Bravo.
Quien imparte el Taller de Escritura al que acudo agradecería mucho tus palabras. Gracias por pasar y comentar.
EliminarMe siento plenamente identificada con el primero que, además, me parece redondo y precioso.
ResponderEliminarNo valdrá de nada, pero aquí tenés mi voto.
Abrazos
Pues claramente había de más nivel, como los de Mar Horno,porque ni una sola de las cuatro semanas fui finalista. Pero gracias igualmente.
EliminarmE Gusta el primero, quizá porque el segundo es algo deprimente je. Saludos.
ResponderEliminarBueno, ninguno de los dos es muy positivo. Disculpa la tardanza en aparecer pero no sé porqué Blogger te mandó a spam.
EliminarMe gustan ambos. Diferentes estados de ánimo, pero igual de buenos.
ResponderEliminarUn abrazo.