Dos briks de leche, cuatro huevos y media hogaza de pan que podría utilizar como arma. Es todo lo que le quedaba a Marinya en la despensa. Acababa de ver medio tazón de leche cortada. Estaba guardada en la nevera, pero no sabría decir cuántas horas habría funcionado en los últimos días, pocas. Sacó el cajón de los cubiertos y comprobó que detrás quedaban ya pocos grivnas escondidos. Marinya respiró hondo. Su pelo, antes rubio, se veía gris, mezcla de canas y ceniza. Imposible lavarlo, no salía bastante agua. Tocaba salir. Marinya tenía pánico a salir. Tanto miedo que cuando sonaban las sirenas bajaba al trastero en vez de ir al refugio, a pesar de las visibles grietas en las paredes. Allí tenía un improvisado colchón de mantas entre las que escondía su pasaporte ruso. Vivía sola desde que comenzó la guerra. Su esposo, soldado, había sido movilizado hacia el sur. A estas alturas podría ser viuda y no saberlo. No le gustaba pensar en ello… y no podía evitarlo. Marinya rebuscó en
Bonito micropoema acuático. Un saludo
ResponderEliminarGracias.
EliminarAl leer ilusión perenne no me pareció que fuese un suicidio sino una inmersión en el agua. Lo entendí completamente distinto.
EliminarVivimos con nubes en los ojos...
ResponderEliminarBesos desde el aire
Para mi, las nubes son buenas :-). No hay nada peor que un cielo completamente azul, sin matices.
EliminarSi lo hay, un cielo completamente gris, sin matices. ;)
EliminarAh! bajo la superficie ¿es el agua?. Me despista lo de "nublo de su vista". Un beso micropoemado: smuik.
ResponderEliminarChao.
Si, lo es. A mi mujer le ha pasado lo mismo, así que ya sabemos de quién es culpa.
EliminarSiempre es una ilusión el mundo, creo que para nuestro bien...
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Hablo de un suicidio. Pero si, todo es mentira.
EliminarCARLOS DE LA PARRA: Me remito al aviso bajo la imagen de cabecera. No hablaba de política, hablaba de un suicidio.
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