Dos briks de leche, cuatro huevos y media hogaza de pan que podría utilizar como arma. Es todo lo que le quedaba a Marinya en la despensa. Acababa de ver medio tazón de leche cortada. Estaba guardada en la nevera, pero no sabría decir cuántas horas habría funcionado en los últimos días, pocas. Sacó el cajón de los cubiertos y comprobó que detrás quedaban ya pocos grivnas escondidos. Marinya respiró hondo. Su pelo, antes rubio, se veía gris, mezcla de canas y ceniza. Imposible lavarlo, no salía bastante agua. Tocaba salir. Marinya tenía pánico a salir. Tanto miedo que cuando sonaban las sirenas bajaba al trastero en vez de ir al refugio, a pesar de las visibles grietas en las paredes. Allí tenía un improvisado colchón de mantas entre las que escondía su pasaporte ruso. Vivía sola desde que comenzó la guerra. Su esposo, soldado, había sido movilizado hacia el sur. A estas alturas podría ser viuda y no saberlo. No le gustaba pensar en ello… y no podía evitarlo. Marinya rebuscó en
Je je, Esas noches locas... Dios.
ResponderEliminarMuy bueno Miguel Ángel.
Me lo estoy pasando genial con la serie, que lo sepas.
Un abrazo
Me alegro mucho. Aún te quedan tres. Mucha sgracias por los comentarios.
EliminarJajajaj, mejor no recordar y salir pitando...
ResponderEliminarBesos desde el aire
Ese no es consejo de una madre :-)
EliminarSe es más cosas a parte de madre...;)
EliminarYo un abuelo :-)
EliminarNo, menuda no, enorme. ¿Le fue bien? Detalles, por favor. Me gustó la vuelta de tuerca.
ResponderEliminarA ver si me pongo al día con tu blog.
Saludos
Es que la noche confunde. Es un hiperbreve, el resto escríbelo tú que tienes más talento. Celebro que te guste. Tienes tiempo, y no te pierdes tanto. Estás bien ocupada ganando premios :-)
EliminarTen a la mano una bolsa de papel con una foto de una cara bella para tapar la fea en éstos casos, y que todo resulte bien.
ResponderEliminarQue se aguante o que hubiese bebido menos.
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