Este relato es una "Versión Extendida" (mínimamente) de la enviada al blog del Taller de Escritura de la casa de Las Conchas.
Carapuça Vermelha
era una linda muchacha de pelo bruno y rizoso, cuerpo exuberante y espíritu
libre. Había quedado con la abuela a unas pocas cuadras del sambódromo para
divertirse juntas. Llevaba una larga capa roja de satén con capucha, más propia
de Venecia que de Río. La abuela parecía tener un mínimo de diez años menos en
su cuerpo y veinte en su espíritu. Estaba embutida en un traje de plumas con un
gran copete y, como siempre, aferrada a Lobo, un mulato musculoso al que se le
notaba mucho más su parte negra.
Se encontraron sin mayores dificultades una vez imaginó que
la abuela estaba detrás de Lobo, contra una pared, comiéndose como
adolescentes. No era poco suponer en su inocencia, pues Lobo acosaba a cuanta garota veía, y si bien atendía a la
abuela, era por el provecho que iba sacando, aunque ella no se diera cuenta en
su embeleso.
Carapuça fue por unas caipirinhas
y Lobo se ofreció a acompañarla. No era la primera vez que tenía que
esquivar las manos de Lobo, aunque hoy estaba especialmente insistente. Como
sus insinuaciones y escarceos no surtían efecto esta vez Lobo fue más allá, y
empujándola contra la pared, tiró bruscamente para abrir su capa. Debajo no
llevaba nada y Lobo quedó un momento inmóvil por la sorpresa. En ese momento un
policía de ronda se percató de la escena, abalanzándose sobre Lobo y
reduciéndolo sin contemplaciones. Carapuça se abalanzó encima del agente,
agradecida y melosa. El pobre no supo lo que se le venía encima.
Miguel Ángel Pegarz
cYBRGHOST
Jope, vaya familia de devoradoras. Desde luego ya no quedan abuelas como las de antes. Ya he tomado nota de tu nueva guarida, coyote.
ResponderEliminarA mi me lo vas acontar que trabajo con mayores jajaja. Muchas gracias por pasar y honrarme con tu comentario, con lo caros que se cotizan últimamente.
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