La casa siempre fue demasiado alta, y por ende, su ventana siempre estuvo más elevada de lo normal. Poseía además la particularidad de presentar una celosía en forma de hexágonos, muy similar a un panal. Él tenía una casa enfrente de dos plantas.
Por aquel entonces acababa de divorciarse. Fue un proceso largo y tortuoso, en el que compitieron encarnizadamente por ser más incivilizado que el otro. Con estas decidió ir allí una temporada. Pidió una excedencia y marchó al pueblo. Dedicaba los días a pasear, fotografiar flores y pájaros y nimiedades diversas. Por la noche trataba de dar salida a una vocación frustrada de poeta, para la que nunca tuvo realmente talento.
Sería ya la una de la madrugada cuando la vio la primera vez: una sombra tras el cristal ocre de aquella ventana. Se fue a la cama, pensando que demasiado aguardiente le hacía ver ya alucinaciones; nunca se supo que fuera nadie a aquella casa. La noche siguiente, más o menos a la misma hora, le sobresaltó un resplandor en la ventana. Ese día estaba sobrio, y trató de averiguar qué pasaba allí, sin éxito. Al día siguiente indagó en el bar del pueblo, más que supieran los parroquianos, la casa seguía vacía. La misma escena se repitió esa madrugada. Al despertar, tarde, a la mañana siguiente, tomó un café y fue a llamar a la puerta. Nadie contestó y sólo consiguió que uno le tildase de loco por aporrear tanto la puerta de un caserón que todos sabían vacío.
Esa noche montó guardia. Pudo distinguir una silueta femenina, adivinando exuberantes pechos y marcada cadera. Cada noche observó ensimismado la escena, tratando de componer versos a la erotizante silueta. Montó guardia, evitando el descaro, tratando de averiguar quién era su sensual vecina. Cada vez le absorbía más aquella silueta, la esperaba con más ansia. Llegó incluso a sorprenderse de la fuerte erección que sentía minutos antes de la hora prevista.
Una mañana tuvo una idea. Si sacaba una fotografía a la ventana a proximando el zoom quizá distinguiese de quién se trataba. Esa noche, cuando el reloj del salón dio la una, la cámara, bien afianzada sobre el trípode, disparó compulsivamente sobre aquella ventana. Seleccionó, desechó y ese día se acercó a la ciudad con el único fin de revelar la imagen más nítida. Inútil, no aparecía rostro alguno.
Aquella se convirtió en su obsesión. Pasaba cada vez más horas tratando de componer sonetos para su musa. Esperaba excitado y ansioso el momento de verla. Su sueño era cada vez más breve y agitado. En el pueblo ya captaba murmuraciones sobre su demacrado aspecto.
Debía llevar cerca de un mes así, cuando despertó sobresaltado. Aún sólo amanecía, y su cabeza sufría la tempestad propia de la borrachera de la noche que agonizaba. Se levantó al baño y no pudo evitar una mirada: ¡la ventana estaba abierta!. Despertó súbitamente y fijó sus ojos cargados de deseo en el alféizar, garabateando sin mirar versos sueltos, libres y obscenos. Y al fin la vio, con sus pechos turgentes, su cintura fina y sus glúteos rotundos. Llevó las manos a su pecho, trató inútilmente de coger aire y cayó fulminado. Sobre ese cuerpo perfecto, un monstruoso rostro de avispa le clavó la mirada. Lo encontraron azul y frío. Sobre el escritorio una foto de la ventana de enfrente surcada por una mancha de tinta.
Cybrghost
La foto y sus derechos pertenecen a Victorino García Calderón, excelente fotógrafo salmantino que tuvo a bien compartir sobre el arte de mirar y sus fotografías en el Taller de Escritura Creativa de las Conchas.
Hoy publico un relato un poco más largo. Mañana revisaré el blog y estaré desconectado el resto de la semana, haciendo desentoxicación digital. Gracias a Victorino por su generosidad.
ResponderEliminarGracias a ti por este regalo.
EliminarRegalazo tus fotos y tu generosidad con ellas. Aún tengo pendiente rematar un trabajo con la otra que anoté.
EliminarCreo que es el cuento más largo que te he leído. Y el que más me ha gustado, también. Enhorabuena por este texto, Cybr.!!!
ResponderEliminarEs lo más largo que he escrito. Ando con dos cuentos largos que se me atascaron hace tiempo. Muchas gracias Patricia.
EliminarUn texto intenso, palpitante. Me ha gustado mucho esta nueva faceta tuya. Enganchas al lector con tus frases cortas y directas.
ResponderEliminarA descansar:-) Y a recargar baterías!!.
Llamarlo faceta es muy exagerado. Es lo único más largo que conseguí rematar, y como ves no es muy largo. Me alegro de haber mantenido la tensión.
EliminarInquietante relato Cybrg...
ResponderEliminarLa fotografía me gusta mucho. Ayer estuve en una exposición con fotografías similares.
Besos desde el aire
Eso pretendía. Victorino es un artista y de ideas claras. Podrás compartir o no su visión, pero la tiene y eso trasmite.
EliminarConsigues mantener la atención desde el principio hasta ese final que me encanta. Es una imagen muy cinematográfica. Me ha gustado mucho, la situación, la obsesión, y esa fotografía final.
ResponderEliminarsaludillos, hoy, más largos :-)
La verdad es que para no ver casi cine, me suelen quedar unas estampas muy "fotogramáticas". Será por mi afición a la fotografía.
EliminarNada mal leerte en largo. Se lee bien y además consigues que quiera llegar al final para saber que pasará.
ResponderEliminarBesitos
Gracias, peor no te acostumbres, no me suele salir nada de más de 150 palabras o así.
EliminarEste texto fue sometido al juicio de los Clubes de lectura de la Casa de las Conchas. El dictamen es que confunde puntos de vista y gramaticalmente es un desastre.
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