Dos briks de leche, cuatro huevos y media hogaza de pan que podría utilizar como arma. Es todo lo que le quedaba a Marinya en la despensa. Acababa de ver medio tazón de leche cortada. Estaba guardada en la nevera, pero no sabría decir cuántas horas habría funcionado en los últimos días, pocas. Sacó el cajón de los cubiertos y comprobó que detrás quedaban ya pocos grivnas escondidos. Marinya respiró hondo. Su pelo, antes rubio, se veía gris, mezcla de canas y ceniza. Imposible lavarlo, no salía bastante agua. Tocaba salir. Marinya tenía pánico a salir. Tanto miedo que cuando sonaban las sirenas bajaba al trastero en vez de ir al refugio, a pesar de las visibles grietas en las paredes. Allí tenía un improvisado colchón de mantas entre las que escondía su pasaporte ruso. Vivía sola desde que comenzó la guerra. Su esposo, soldado, había sido movilizado hacia el sur. A estas alturas podría ser viuda y no saberlo. No le gustaba pensar en ello… y no podía evitarlo. Marinya rebuscó en
Buen comienzo para esta serie de nanos. Incluso lo acortaría todavía más a la primera frase, creo que con el título mantiene todo el sentido, pero quizás sea porque lo he leído todo.
ResponderEliminarsaludillos
Puedes ser que tengas razón.
EliminarUna maratón de nanos con un buen inicio, sin ninguna duda. Me ha traído a la memoria a Jack Nicholson en una cocina ¡es inevitable no pensar en ese rumor!...jajá.
ResponderEliminarTe anuncio querido amigo, que mañana dejaré una entrada publicada para acabar el mes, y en ella hay un regalillo incluído para tí. Es simbólico pero espero que te guste.
Te leeré mientras estoy de viaje pero regreso enseguida.
Besos desde mis palabras.
Gracias. No sé si podré mañana, porque ando que no paro, pero en breve leeré tu entrada. A ver de que se trata.
EliminarEste me ha gustado muchísimo Cybrg.
ResponderEliminarBDA
Lo celebro.
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