Dos briks de leche, cuatro huevos y media hogaza de pan que podría utilizar como arma. Es todo lo que le quedaba a Marinya en la despensa. Acababa de ver medio tazón de leche cortada. Estaba guardada en la nevera, pero no sabría decir cuántas horas habría funcionado en los últimos días, pocas. Sacó el cajón de los cubiertos y comprobó que detrás quedaban ya pocos grivnas escondidos. Marinya respiró hondo. Su pelo, antes rubio, se veía gris, mezcla de canas y ceniza. Imposible lavarlo, no salía bastante agua. Tocaba salir. Marinya tenía pánico a salir. Tanto miedo que cuando sonaban las sirenas bajaba al trastero en vez de ir al refugio, a pesar de las visibles grietas en las paredes. Allí tenía un improvisado colchón de mantas entre las que escondía su pasaporte ruso. Vivía sola desde que comenzó la guerra. Su esposo, soldado, había sido movilizado hacia el sur. A estas alturas podría ser viuda y no saberlo. No le gustaba pensar en ello… y no podía evitarlo. Marinya rebuscó en
Ay! cómo me gustan esas libretas todas de papel negro para escribir con rotulador plateado. Son geniales!!, aunque no tengo ninguna en condiciones, y me las fabrico con cartulina.
ResponderEliminarNo estaría mal iniciar una novela en ese formato. ¡Me gusta tu breve!.
Besos.
Pues ya sabes, ponte a ello.
Eliminar:-)
ResponderEliminar¡Blanco sobre negro! ¡Muy bueno!
Un abrazo,
Gracias Pedro.Pero aparte del chiste y la crítica a la moda de la novela negra, éste lo considero flojo.
Eliminar¡Excelente!!
ResponderEliminarUn placer leer esta serie de hiperbreves.
Saludos van.
Gracias, aunque yo creo que no es tanto.
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