Anteyer visité La Charca de Las Ranas de Mar González Mena, buena escritora y mejor persona.
Allí, frente al espejo del baño, repasaba cada detalle. Bien afeitado, y eso que ponerse las gafas para apurar bien le hacía sentir ridículo. El traje de los domingos, o bueno, el traje, porque nunca tuvo otro, bien cepillado y sin una mancha. La corbata, que no recordaba la última vez que se la puso. Y un clavel en la solapa, que si recordaba la última vez que se lo puso, y la única, el día de su boda. A él le seguía pareciendo una mariconada, pero a las mujeres les gustan esas tonterías. Se sentía un poco estúpido. No tenía edad ya para temblarle las piernas si no era por la circulación o la artrosis. Y a los ochenta, los nudos en el estómago se deben a una digestión pesada o a la hernia de hiato. Pero ahí estaba él, frente al espejo del baño, arreglándose como si fuera su primera comunión, temblando como un flan y con un nudo en la boca del estómago. Cogió el bastón, pero en el último momento lo dejó contra la pared. Y enfiló la puerta, emocionado como un chiquillo. Cybrghost ...
Me gustan los haikus y me admiran aquellos que logran con tan pocas palabras decir tanto y a veces lograr la visualización de la historia.
ResponderEliminarTú lo has logrado, ¡felicidades!
Besos invisibles.
Se supone que son un flash, una foto de momento. eso trato de hacer. Raúl Vacas colaboró activamente en que sea capaz de hacerlos.
EliminarUna gran maga?!
ResponderEliminarSólo una rana que salta, intenta seguirla.
EliminarCroak, croak.
ResponderEliminarBesos desde el aire
:-)
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