DISFRAZADO DE VENDEDORA DE MANZANAS, se sumerge en el mar de
desinhibición que ofrece el Día del Orgullo. Con su minifalda extracorta y su
cesta llena de manzanas del pecado, número de teléfono móvil incluido, espera
acabar la jornada ahogando sus penas en una orgía. Pero antes, guarda una para ese tipo trajeado e inquieto.
Una especial para el tipo que tantas veces le intentó “curar” y que no le ha
reconocido.
Miguelángel Pegarz
cYBRGHOST
Para ReC, frase de inicio obligado en mayúsculas.
Qué pruebe su propia medicina, manzana envenenada.
ResponderEliminarNo se puede curar lo que no es una enfermedad.
Besos desde el aire
Obvio, aunque ojo por ojo...
EliminarDe todos modos, poco que decir de éste micro, es directamente malo, a las visitas y comentarios me remito.